“En profunda tristeza, anunciamos que nuestro amado Niki se ha quedado dormido en paz con su familia el lunes, 20.05.2019. Sus logros únicos como atleta y empresario son y serán inolvidables. Su incansable entusiasmo por la acción, su sencillez y su valentía siguen siendo un modelo a seguir y un estándar para todos nosotros. Lejos del público, era un esposo, padre y abuelo cariñosos y cariñosos. Lo extrañaremos mucho”.
Así, con esas sencillas palabras la familia de Andreas Nikolaus Lauda anunciaba el fallecimiento de una de las leyendas que tuvo la Fórmula Uno a lo largo de su historia.
Ambicioso, perseverante, gran piloto, con un temple a prueba de todo, Niki Lauda hizo todo, en tiempo y forma, lo que había que hacer para triunfar y dejar su marca.
Dos hechos marcaron la vida de Lauda: el terrible accidente que protagonizó en el Gran Premio de Alemania, que estuvo a punto de costarle la vida, y su rivalidad, limitada solamente a las pistas, con James Hunt.
Después, claro está, quedan los números: 3 títulos (1975, 1977 y 1984); 185 carreras; 25 victorias; 54 podios; 24 poles; cinco equipos a lo largo de su carrera (March, BRM, Ferrari, Brabham y McLaren); retirado en 1985.
Después del retiro se dedicó por completo a su compañía de aviación (Lauda Air que había fundado en 1978), fracasó, y en 2003 volvió a intentarlo creando “Niki”; fue comentarista, actividad que le valió el odio de muchos pilotos; trabajó en el equipo Mercedes de F1.
A finales de la década del 90 comenzó su batalla contra los problemas de salud. Recibió trasplantes de riñón, mucho más cerca en el tiempo, sus pulmones, que quedaron maltrechos tras aquel accidente en Nürburgring, volvieron a fallar.
“La única victoria importante en este negocio es el día en el que abandonas el paddock con vida”, dijo alguna vez.
La pelea se terminó hace horas, pero Niki Lauda, la leyenda, sigue vigente.