Fueron segundos eternos. De suspenso y sufrimiento extremo. Hasta que la voz del locutor informó que el puntaje de la ola agónica de Lucas Santamaría era suficiente como para vencer a su amigo Marcelo Rodríguez en la semifinal del Quiksilver La Paloma y decretar que el nuevo campeón del surf argentino era nada menos que el incombustible Martín Passeri, el Guerrero de 43 años (a días de los 44) que lograba así el sexo título nacional (es el más ganador), justo 20 años después de su primera consagración.
Del silencio, entonces, se pasó al pandemónium. Al grito descontrolado de “vamooooo” le siguieron abrazos emocionados con su hermano, hijos, esposa y amigos, y la clásica levantada en andas con el “dale campeón” tronando de fondo. “Es una emoción increíble. Sufrí mucho, estaba mortificado porque no competí como quería en cuartos y no me gusta de depender de otros, pero se dio así y ahora me cae la ficha, de la importancia del logro, de todo mi recorrido, de cómo llegué y quienes me ayudaron. Estoy muy feliz”, admite Martín, quien ya se había coronado en 1999, 2001, 2006, 2008 y 2012.
La nota con Tincho se para una y otra vez porque todos quieren saludarlo y felicitarlo. Porque, claro, su huella va más allá de los títulos. Todos lo quieren. Y lo respetan. Y, hablando de respeto, Passeri detiene todo para felicitar a Santamaría, mucho más que el brillante ganador de este torneo, el más prestigioso e importante del Argentina Surf Tour. “Quiero dejar bien alto su fair play, porque fue para adelante y dejó sin título a su socio y gran amigo”, explica Martín. Se refiere a que si Rodríguez pasaba a la final, era campeón. Pero Santamaría, contra los comentarios de todo el acantilado marplatense, lo superó, dándole el título a Passeri. Luego le quedó resto para ganarle la final a Maxi Siri en un cierre perfecto de la 16ta edición del Quiksilver La Paloma que, presentado por Nissan, tuvo $ 62.000 en premios y contó, en dos días, con la presencia de 2000 personas, un hermoso sol primaveral y un despliegue que incluyó hasta un asado “popular” del cheff Cuti Rocco.
El relato de Passeri sigue y el campeón trata de contener las lágrimas, aunque no puede cuando repasa los motivos de su consagración. “Yo tengo ganas, siempre las tuve, pero sin la familia esto es imposible. Mis hermanos, mis hijos, ni hablar de mi mujer, mi papá que debe estar por ahí por algún lado, mi mamá que la quise traer hoy…”, dice sin poder seguir. Entonces, traga lágrimas y continúa con el relato. “Sí, entiendo que es raro porque estoy más cerca de dedicarme a ser coach que de seguir compitiendo. Pero, a la vez, soy competidor por naturaleza, me encanta esta adrenalina, y soy alguien que nunca se da por vencido ni deja de entrenar, de querer ser cada día un poco mejor”, explica. Passeri se sorprende cuando se le da el dato de que la nueva consagración llega justo 20 años después de su primera. “¿Ya? ¿En serio? Increíble, habla de una pasión, de una vigencia. Pero nunca estuve solo”, dice sobre un título impensado para muchos. Incluso para él. “No era un objetivo cuando comenzó el circuito, pero fui a ganar la primera fecha y lo hice. Logré el 2° puesto en la siguiente y ahí comencé a pensar ‘¿por qué no? Sobre todo recordando que Juan Curuchet fue campeón olímpico a los 43 y otro referente mí, como Manu Ginóbili, jugó en la NBA hasta los 40”, comenta.
Cuando menciona a ambos, Martín rescata la importancia de dejar más que títulos. “Deportistas ganadores hay un montón, pero el verdaderamente exitoso es el que mantiene una línea de conducta, profesionalismo y valores. Para mí es más importante dejar el legado que ganar, transmitir más que un triunfo, dejar algo para los que vienen atrás”, razona.
Y Passeri, además de ser más ganador, quedará en la historia como el líder de la movida que marcó un camino de profesionalismo en el surf durante las décadas del 90 y 2000. “No me lo adjudico, fui parte de un proceso que me pone orgulloso. Fuimos muchos, antes y después de mí”, reflexiona sin falsa humildad.